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Ayer a las 00:15 mi vuelo tocaba tierra desde Lisboa. Volvía otra vez chirriando los dientes. Me fui con una sensación y volvía con otra muy distinta. ¿Cómo es posible que a estas alturas de la película aún nos sigan mangoneando?

En el arco de seguridad del aeropuerto del Prat (Barcelona) los guardias civiles y el personal de seguridad privada estaban, sin duda, muchísimo más suaves y relajados con los controles. Pude pasar sin apenas problemas TODOS los líquidos que necesitaba y quise. Me hizo gracia una vez más cuando me pidieron el informe médico y no pasaron del segundo renglon. Nunca falla. Es normal, son policias, no médicos. Incluso pasé la famosísima lata de coca-cola. La verdad es que fueron muy correctos y educados.

Desde que estuve, hará un mes más o menos, en el programa de Antena 3, Espejo Público, tenemos la sensación, mis más allegados y yo, que los controles de seguridad se han relajado muchísimo. Creo que la presión mediática y popular de acoso y derribo que hemos ejercido entre todos parece que está EMPEZANDO a dar sus frutos poco a poco. Para decir esto me baso en varias conversaciones con reporteros de TV y reportajes o intentos que han hecho varios medios de comunicación. Y la gran mayoría de ellos con cámara oculta. En ninguno han tenido demasiadas dificultades para pasar líquidos. ¡¡¡¡Incluso unos reporteros de Tele 5 lo consiguieron en el aeropuerto internacional de Londres!!!!

Por eso no pudieron emitirlo, porque todo fue de lo más normal, cuando todos sabemos que los aeropuertos ingleses son lo peor de lo peor en este tema y en Europa, pues ellos desencadenaron el fenómeno paranoide/esquizofrénico, con perdón y respeto a los que sufren estas enfermedades.

Hasta aquí todo lo bueno-bonito-barato (BBB). En el aeropuerto de Lisboa, en cambio, se volvió a repetir una pequeña réplica de la situación vivida en Berlín. Un señor de seguridad privada me abre la maleta, manipula indebidamente mi medicación y me dice que la coca-cola no puede pasar. Tengo que ayudarle a localizar los medicamentos en el informe y entretenido como estaba en discutir por la coca-cola, se me olvidó quitarme el cinturón y la máquina pitó. Vino a cachearme un vigilante de seguridad. Yo exigí que me cacheara un policía, pero por deferencia a mi novia, que no quería más problemas, cedí y me dejé cachear por el vigilante de seguridad, que además me quitó la coca-cola.

Entonces mi paciencia se agota. Exploto. Llamo a la policía. Después de dialogar con él escasos 2 minutos, ante las caras de asombro de los vigilantes de seguridad privada (era para haberles hecho una foto), paso la coca-cola. Final del partdio. Resultado: Vigilantes 1 – David  1. Eso sí, la próxima vez que alguien les venga con una lata de coca-cola o una situación parecida a la mía se lo pensarán dos veces antes de requisar y preguntarán. Quedaron desautorizados delante de un pasajero extranjero.

¿Fue una situación aislada acompañada de suerte o realmente las fuerzas y cuerpos de seguridad de los países europeos se están poniendo las pilas gracias a la presión que estamos ejerciendo entre todos?

Por favor, que llegue septiembte-octubre y que vea la luz la resolución judicial definitva, que seguramente declarará la INEXISTENCIA de dicha normativa. De una vez por todas nos dejarán vivir y respirar un poquito más tranquilos. Aunque en esta Europa aún queda MUCHO trabajo por hacer. Yo personalmente, desde hace años ya estoy en ello … ¿y tú?